diciembre6 , 2023

¿Todo en orden?

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Por Eugenia Fernanda Valdez

El dirigente español Iñigo Errejón menciona que «el orden» tiene que ver con la certidumbre que brinda la institucionalidad a las clases que carecen de apellido, herencias y posesiones que demandan a dirigentes como él bregar por el cumplimiento de esos deberes, y garantizar derechos. Ese orden debe trasladarse a los requerimientos de las mujeres ya que por su condición reciben el castigo implacable del desorden al que asisten países como España, y por supuesto el nuestro.

Paseaba por Twitter y me detuve en un video de Íñigo Errejón (político español). El tema de su exposición era el orden.

Se hacía una serie de preguntas sobre para qué era justamente necesario el mismo, qué significa el orden para las clases acomodadas y para aquellas que no lo son.

Y me disparó la inquietud de pensar qué es el orden para los ciudadanos de primera y para quienes somos consideradas ciudadanas de segunda, para usar términos de Rita Segato.

Pensé también en buscar una definición más o menos de la palabra orden y en base a ello pensar a qué se refería Errejón.

Encontré entonces que orden es el «estado de normalidad o funcionamiento correcto de algo, en especial armonía en las relaciones humanas dentro de una colectividad» .

En la exposición el dirigente de Más Madrid mencionaba que parte de esa armonía tenía que ver con la certidumbre que brinda la institucionalidad a las clases que carecen de apellido, herencias y posesiones. Son estas las que trasladan su fe a la necesidad de creer en las instituciones, en el Estado y la Justicia. Son estas también las que demandan a dirigentes como él bregar por el cumplimiento de esos deberes, y garantizar derechos.

Ahora bien, en dicho video además mencionaba la necesidad de que el orden se traslade a los requerimientos de las mujeres ya que por su condición reciben el castigo implacable del desorden al que asisten países como España, y por supuesto el nuestro.

Para ponerlo en claro da dos ejemplos puntuales: que las mujeres que deciden salir e «irse de copas» tengan la garantía de que al volver a sus casas no morirán en el intento. Que no serán violadas, mutiladas o violentadas.

Y llevándolo al ámbito laboral, que no sientan que al quedarse embarazadas corren el riesgo de ser despedidas por el sólo hecho de haber decidido formar una familia.

En relación a eso, me viene un flashback de una clase en mi escuela secundaria. El profesor nos recomendaba a la hora de armar un currículum poner en el ítem del estado civil: solteras, con la aclaración «sin hijos». El «sin hijos» era una suerte de curso extra, así por lo menos lo entendía yo. Esa condición biológica ensalzada en ocasiones (debate por la IVE) y castigada en los ámbitos laborales es una bonita contradicción.

Entonces ¿el orden tendría que ver con el cumplimiento de normativas vigentes como la aplicación de la ILE? que claramente fueron vulneradas al menos en dos casos que se hicieron públicos (Jujuy y Tucumán) por el Estado, quién en términos de Errejón y de cualquiera que comprendan la importancia de esos derechos está en claro desorden.

O tomar el ejemplo del país español donde se consideró un delito menor la violación en manada dejando entrever que lo ciudadano no es uno solo sino que existen estas categorías. Y en esa línea ¿debemos aceptar que en el reparto nos ha tocado la segunda?

El orden implica también repensar porqué en épocas de crisis, dónde estalla el desempleo, somos las mujeres las que engordamos los porcentajes en las encuestas. Y también en épocas de elecciones, las que ocupamos cargos, para llenar el bendito cupo femenino.

El orden como dice Errejón genera las reglas de juego claras. Para quiénes no las necesitan, podremos decir que son los privilegiados de siempre, es territorio de disputa. Es justamente el campo de batalla que pisada a pisada, debate tras debate, estamos intentando llevar a la agenda de los ciudadanxs.

El orden existente hoy por hoy, es la injusticia naturalizada.

Fuente: Nuestras Voces

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