La Sala IV del Tribunal de Juicio decidió que se dé curso a la solicitud de la querella para que se tramite el subsidio que le corresponde a la hijita de la joven Paola Alvarez, víctima de un femicidio cometido en mayo de 2017.
La pequeña hija de la joven Paola Alvarez, asesinada en mayo de 2017, podrá recibir el subsidio previsto por la ley 27.452, de reparación económica para hijxs de progenitorxs víctimas de violencia familiar o de género, más conocida como Ley Brisa. Así lo decidió la Sala IV del Tribunal de Juicio en la sentencia conocida ayer, en la que condenó a prisión perpetua a Santiago Zambrani por el femicidio de Paola.
Es la primera vez que la Ley Brisa, promulgada en octubre del año pasado, es aplicada en la provincia. La utilización de esta norma fue pedida por las abogadas Gloria Cruz y Josefina Arancibia, representantes de la querella y la actoría civil de la madre de Paola, Mónica Morales, de su pareja, Franco Arroyo, y de su hijita.
En la sentencia, que se conoció este jueves pasadas las 20, las juezas Mónica Mudski, Norma Vera y el juez Roberto Lezcano accedieron a emitir un oficio a la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSeS) para que se inicien los trámites de otorgamiento del subsidio establecido en la Ley Brisa, que prevé también una obra social para niña que perdió a su madre.
Además, el Tribunal condenó a Santiago Zambrani, a su padre, Alfredo Zambrani, y a su madre, Amelia Huergo, a pagar solidariamente un millón de pesos a la madre de Paola y 1,6 millones a la hija, más intereses en ambos casos, en concepto de resarcimiento por el daño infringido con la muerte de Paola, quien tenía 21 años.
Huergo y Zambrani padre llegaron al juicio acusados de participación secundaria en el femicidio, porque se determinó que ayudaron al asesino a deshacerse del cuerpo de la joven. Pero el Tribunal entendió que en realidad encubrieron a su hijo y, por tratarse de padre y madre, los exculpó, como prevé la legislación argentina, por lo que recuperaron su libertad. Los fiscales Ramiro Ramos Ossorio y Pablo Paz habían pedido condenas de 12 y 10 años de prisión respectivamente, con la adhesión de la querella.
En cambio, el Tribunal coincidió con el pedido de la Fiscalía, y la querella, de pena de prisión perpetua para Santiago Zambrani, afirmando que se trató de un caso de violencia de género. Los jueces declararon al ahora condenado “autor material y penalmente responsable del delito de homicidio doblemente calificado por la relación de pareja preexistente y por mediar violencia de género”.
En una extensa jornada, el jueves se produjeron los alegatos de las partes intervinientes en este proceso, la Fiscalía, la querella, las defensas (las abogadas Ana Cortez y Gabriela Arellano, por Santiago Zambrani; la abogada Andrea Godoy y el abogado René Gómez, por Alfredo Zambrani y Huergo) y la abogada Tania Kiriaco, que integra el directorio del Observatorio de Violencia contra las Mujeres, organismo que se presentó en calidad de “amigo del tribunal” y acercó elementos sobre la violencia de género.
En este aspecto la presentación del Observatorio vino a dar un respaldo a la posición de las abogadas de la querella, Arancibia y Cruz, integrantes de la Multisectorial de Mujeres, que en sus alegatos insistieron en la importancia de que las investigaciones de hechos como el de Paola Alvarez sean encaradas con perspectiva de género. “Creemos que es fundamental para entender la discriminación estructural” que se desencadenó en el femicidio de Paola, afirmó Arancibia.
Las querellantes pusieron énfasis en las condiciones estructurales de desigualdad de las mujeres, y más aún en el caso de las mujeres pobres. En este sentido Arancibia subrayó que los informes ambientales dieron cuenta del vínculo entre Zambrani y Paola era de características asimétricas, donde el hombre tenía el dominio.
Paola, integrante de una familia humilde con residencia en el barrio Santa Mónica, trataba de terminar sus estudios de nivel secundario y trabajaba limpiando casas. Estaba en pareja con Arroyo y tenía una hijita que en 2017 tenía poco más de dos años. Zambrani era un amigo al que le limpiaba la casa. Aparentemente hubo una relación amorosa entre ellos pero la joven le había puesto punto final y ese habría sido el disparador para la agresión que terminó con su vida.
Las abogadas de la querella insistieron en que la justicia debe comenzar a adoptar la figura del femicidio. “Entiende esta querella la reticencia que puede generar el concepto de femicidio” al ser extraño a las ciencias jurídicas, “sin embargo, desde un análisis del discurso y, fundamentalmente, desde su fundamentación simbólica, entendemos que el primer punto consiste en ponerle nombre a este delito”, aseguró Arancibia, quien habló de “tradiciones misóginas”.
“Estamos hablando de Santiago Zambrani como femicida, no como una persona enferma o una persona con una patología”, insistió. Y terminó su alegato, en el que también citó a la antropóloga Rita Segato, con un inquietante interrogante de la psicóloga, psicoanalista y asisten social Eva Giberti: “Cuando un varón mata a una mujer, ¿a cuántos otros satisface?”.
Retomando la idea de la discriminación estructural, Cruz destacó que “Paola estaba viviendo en un círculo de violencia, que incluía violencia económica (…), violencia emocional, física, al tratar de manipularla” de manejarla. Violencia simbólica también, como ejemplo, la letrada recordó que cuando la joven estaba limpiando la casa de Zambrani éste le sacó una foto y la envía a uno de sus contactos, “en esa foto se ve la cosificación y la pone en un nivel de sujeción”, sostuvo. Aseguró que Paola intentaba salir del círculo de violencia pero no tuvo los medios para hacerlo. Citando a testigxs recordó hechos de violencia ejercidos por Zambrani, que “se expresa en el punto cúlmine de la violencia de género que es el femicidio”.
“Todas estas violencias que vivencia Paola hacen que se hable de una víctima especialmente vulnerable”, por ser perteneciente al género femenino, por su condición socio cultural, que le impedía tomar decisiones plenamente libre, ella estaba condicionada por su situación económica, insistió la abogada, quien recordó también la diferencia de 12 años entre Zambrani (actualmente de 36 años) y la joven.
En todos estos elementos “se visibiliza el dominio que tenía Santiago Zambrani sobre Paola”, destacó antes de recordar que Paola había conseguido un trabajo que le iba a permitir tener un ingreso mensual, por lo que lo que ya no iba a estar sujeta a Zambrani. Para el hombre, esto resultó “insoportable”, completó luego Arancibia, quien pidió un resarcimiento de más de cinco millones de pesos para la familia de Paola.
Cruz cerró su alegato recordando La parabóla de la justicia, de Franz Kafka, la del campesino que muere tras esperar por años en las puertas de la ley. “El lenguaje de la ley muchas veces para la mujer no suele ser equitativo, muchas veces lo padecen, pero no pueden usarlo. También las mujeres y los grupos vulnerables descubren que el portero que resguarda las puertas de la ley no mira a todos con los mismos ojos, es lo que llamamos ambivalencia del poder”, sostuvo.
Cruz destacó que, a diferencia del campesino de la parábola, Mónica Morales no se quedó sentada esperando que se abran las puertas de la ley, sino que “no descansó” hasta que se encontró el cuerpo de su hija (104 días después de que fuera asesinada, dado que había sido arrojado al precipicio en el camino de cornisa que conduce a Jujuy) y luego siguió trabajando para que se llegue a esta instancia de debate, con el objetivo de evitar otras muertes como las de Paola. “La pregunta es si efectivamente esa puerta se va a abrir para la señora Mónica Morales y su familia. El tribunal tiene la palabra su señoría”, cerró la abogada.
Fuente: VóVé