junio7 , 2023

Macri, el rey desnudo y malquerido

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“El traje nuevo del emperador”, también conocido como “El rey desnudo”, es un cuento de Hans Christian Andersen publicado en 1837. El origen de esta narración data de uno de los relatos del clásico Conde Lucanor.  La historia, por demás recordada, trata acerca de un rey que pretende lucir las vestimentas más lujosas, para cuyo fin reúne a los más destacados y obsecuentes diseñadores quienes, aprovechando la inutilidad e ineptitud del monarca, lo estafan haciéndole creer que está luciendo el más preciado vestuario cuando en realidad está desnudo.

El que  primero lo advierte en una situación pública es un niño quien, a su vez, alza la voz para que luego todos se animen a gritar. La fábula, que es algo así como un relato aleccionador y prototípico, cuenta con un mensaje a modo de enseñanza o moraleja: “No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad”.

Todo este relato nos remite directamente a lo que viene ocurriendo durante estos días en relación a la imagen pública de Mauricio Macri y a su investidura presidencial. Mal querido, o malquerido, cualquiera de los vocablos, se presenta interesante para adjuntar junto a la figura del presidente más defenestrado de nuestra historia democrática moderna y contemporánea quien, a su vez, accede al podio del más burlado, muy cercano en imagen a ese ridículo rey desnudo a quien la corte no contradice pero cuyo pueblo, finalmente, delata.

Durante las últimas semanas y puestos a encarar los primeros tramos de la campaña electoral que aún no ha comenzado oficialmente, Macri dio rienda suelta a una serie de viajes por distintas localidades del interior del país, en visitas que, seguramente, hasta Durán Barba debe estar cuestionando y replanteándose seriamente. Lo cierto es que en cada aparición pública que no pueden vallar o llenar de extras, la población de cada lugar descarga su impotencia y enojo trocados en ira con insultos de todo calibre o con el famoso e infaltable  “hit del verano” que ya se convirtió en un clásico de las cuatro estaciones. O con ambos.

EN CADA APARICIÓN PÚBLICA DE MACRI QUE NO PUEDEN VALLAR O LLENAR DE EXTRAS, LA POBLACIÓN DE CADA LUGAR DESCARGA SU IMPOTENCIA Y ENOJO

Y es aquí donde es necesario detenerse para comenzar a plantear algunas cuestiones. En primer lugar: ¿hasta qué punto puede una campaña de marketing maquillar la realidad? Se dijo desde un primer momento que Durán Barba era el plato fuerte durante la campaña presidencial de Mauricio Macri, algo así como “el padre de la criatura” o el autor del triunfo. Y, efectivamente, hizo un buen trabajo de maquillaje y enmascaramiento al lograr que un sector de la población creyera toda una sarta de mentiras sostenidas a rajatabla, incluso hasta hoy, por la cual no sólo logró ganar las elecciones allá por el 2015 y acceder al poder, sino sostenerse.

Lo que viene ocurriendo en relación a las distintas manifestaciones espontáneas en los diferentes lugares a los que asiste Macri o alguno de sus ministros tiene de interesante justamente eso: son espontáneas y no organizadas. Ellos, que son tan proclives a apuntar a las organizaciones y a pensar que la gente por sí sola no tiene poder de acción, se están encontrando con que no hace falta un micro o un chori para “arrastrarlos” a una marcha sino que los ciudadanos reaccionan y se encuentran en el enojo y la decepción que los convoca.

SE ACABÓ EL MAQUILLAJE, SE CAYÓ LA MÁSCARA Y, AL PARECER, NO HAY DURÁN BARBA NI DIOS QUE LOS SALVE

Tal vez  lo más interesante de esto es que ya no hay marketing que alcance.  Sea Gualeguay o Villa Gobernador Gálvez así como Jujuy, Córdoba o Tierra del Fuego. Se acabó el maquillaje, se cayó la máscara y, al parecer, no hay Durán Barba ni dios que los salve.

Hasta allí los insultos podrían indicar solamente eso: ira, bronca y expresiones nacidas de la impotencia, pero lo cierto es que la investidura presidencial por primera vez en cuarenta años ha perdido el respeto de casi la totalidad de la población donde sea que uno busque, y esto es algo que debería llamar a la reflexión.

Si el cuento del rey desnudo ocurriera en Argentina, en abril de 2019, la moraleja sería esa grandiosa profecía de Juan Domingo Perón: “No haré nada. Todo lo harán ellos”.

Fuente: Infobaires

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